Al llegar el mes de junio, especialmente al acercarse la fecha en que internacionalmente se conmemora el Orgullo LGBT+ (por lo general el sábado más cercano al día 28), varias marcas cambian los logotipos en sus perfiles de redes sociales por una versión multicolor, que emula el arcoíris que con el que tradicionalmente se ha identificado a la diversidad sexual. Hasta ahí todo bien, pues se interpreta como un “guiño” de que esa marca apoya la diversidad sexual y eso siempre es saludable. Sin embargo, detrás de esto puede haber una manipulación bastante turbia —por no decir perversa— de los temas de la agenda “de moda” en pro del incremento de las ventas e ingresos. Sobre todo cuando no existe una congruencia al respecto de lo que se pregona y la solidez de actos en el mundo de lo real.
Comenzaré citando un ejemplo que recientemente me hizo muchísimo ruido porque me parece que ejemplifica a la perfección esta doble moral que tienen algunas empresas. Hace unos días el escritor y director de teatro José Manuel López Velarde participó en una convocatoria de cuento patrocinada por Mastercard. El cuento que escribió se llamaba “Alba” e incluía de manera circunstancial el que una niña tenía dos papás. Y digo “circunstancial”, porque al leer el cuento, queda más que claro que la historia no va sobre eso: narra cómo una niña afronta los tiempos del COVID-19 y se siente aislada del mundo. Ella, como mera circunstancia, tiene dos papás, como podía haber tenido dos mamás, papá y mamá o una madre soltera. Eso no influía en la historia.
En fin. Queda más que claro que no era un panfleto pro LGBT ni mostraba siquiera demostraciones de afecto “inapropiadas” por parte de los padres. Simplemente era la realidad del escritor, que al ser papá dentro una familia homoparental, le pareció lo más natural plasmar una familia similar a la suya en un cuento que escribió. ¿Qué hizo Mastercard? Después de un primer visto bueno y de que incluso ya se habían desarrollado las animaciones que acompañarían a la historia, le pidieron a José Manuel que por favor cambiara su cuento y que omitiera la pareja de dos papás “porque querían que la historia fuera apta para todas las edades”. Más aún: le dijeron que para contenidos así “ya tenían programas LGBT, pero que ese no era el espacio porque —una vez más— ese cuento lo verían niños”.Wow. Cabe señalar que a nivel global, Mastercard es una marca reconocida por el Corporate Equality Index, una asociación que “certifica” que la empresa es amable con la diversidad y la pluralidad. Más aún: en nuestro país, Mastercard es una empresa reconocida por el Pride Connection México, que certifica que tiene una visión y programas incluyentes para la comunidad LGBT+. ¿Cómo es posible que una marca así estuviera pidiéndole a un escritor que mutilara su obra, borrando a una pareja de padres gay, bajo el argumento de que eso “no era apto para niños”?
Al final la marca se retractó y ofreció disculpas, pero la evidencia quedó ahí: las famosas certificaciones a veces no pueden ser otra cosa que una herramienta para una campaña de imagen corporativa. Un sello más, como esos que aseguran que unas galletas son gluten free o las papitas son bajas en calorías.
Aquí es cuando hablamos del famoso “pinkwashing”, un término que significa, grosso modo, que ciertas compañías usan a grupos históricamente vulnerados (como las mujeres o la población LGBT+) como una mera estrategia de marketing, para mostrar que son “buena onda” e “inclusivos”, pero sin establecer medidas de fondo o suficientes que se sustenten en la realidad.
Ejemplos sobran. ¿Cuántas empresas no cambiaron su logo en su foto de perfil por uno con los colores del arcoíris este mes de junio sin hacer siquiera una referencia o un manifiesto escrito claro hacia la comunidad LGBT+? Más aún: ¿cuántas empresas realmente son transincluyentes, tienen protocolos específicos para frenar el acoso laboral a sus trabajadores LGBT o saben qué hacer cuando una persona trans consume sus productos y necesita de asesoría o apoyo (en el caso de las que tienen servicio a clientes)? ¿Cuántas de estas marcas hacen donaciones importantes a asociaciones que protegen a la población LGBT+?
Sí, apreciamos que cambien su logo por uno de los colores arcoíris durante un mes, pero les tenemos noticias: nosotros no solo existimos durante un mes, existimos durante todo el año. Durante todo el año necesitamos empleo. Durante todo el año recibimos burlas en nuestros centros de trabajo. Durante todo el año somos sometidos a pruebas (ilegales, por cierto) que incluyen test de VIH. Y no, no es que “ningún chile nos embone”. Es que estamos cansados de que se lucre en nuestro nombre durante 30 días para que en julio todo vuelva a la triste normalidad. Sí, vamos a crear alianzas. Pero que sean alianzas duraderas y permanentes, que vayan más allá de empaques coloridos en sus productos. Necesitamos de la fuerza de su apoyo, así como nosotros como consumidores y trabajadores somos esenciales para que ustedes como marcas subsistan. Hasta que este compromiso no sea real, entonces no hagan dinero a costa nuestra y no depreden nuestros espacios como la Marcha del Orgullo con el estruendo de sus carros alegóricos. Porque no somos marketing. Somos historia. Somos lucha. Somos orgullo que persiste y resiste y que no descansará hasta que todos nuestros derechos sean respetados. Porque como diría Mastercard: hay algo que el dinero no puede comprar. Y eso se llama dignidad.