LOS ENCHAQUIRADOS Y LA HOMOSEXUALIDAD ANCESTRAL.

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Fuentes: http://especiales.elcomercio.com/2014/planetaIdeas/Marzo02/identidad.php?post_id=661715424_10153955573950425

LOS ENCHAQUIRADOS Y LA HOMOSEXUALIDAD ANCESTRAL

Diversidad y ancestralidad indígena costeña.

En Engabao cobra vida el pasado de un harem homosexual que adoraba dioses prehispánicos. Una comunidad gay escarbó en esa historia para vivir hoy su sexualidad sin tapujos.

Tumbalá es la efigie del guerrero sanguinario, del pescador vigoroso, del macho arrogante. El cacique insurrecto, que desafió hasta la muerte al imperio Inca, dominó la isla Puná y sus costas por el año 1400. Su rostro de piedra ahora solo impera en el parque de Engabao, comuna fantasma como muchas de General Villamil-Playas. Aquí viven 5 000 engabadeños, descendientes del cacique, guardianes de su herencia. Aquí impera el apellido Tomalá en su honor.

Álex Tomalá tiene los rasgos toscos del patriarca: piel cobriza, nariz prominente, cabellera larga. Y a la vez es sutil, de delicado caminar y voz melodiosa. En sus genes, quizás, conserva un eslabón de la historia homosexual prehispánica de las culturas costeñas, que fue sepultado bajo la arena del tiempo. “Tumbalá tenía sus mujeres, como buen cacique. Pero también sus enchaquirados, los gays, como nos dicen hoy en día; de ahí venimos”.

Los enchaquirados formaron un harem homosexual de sirvientes jóvenes, destinados a tareas religiosas y sexuales. Dejaron sus huellas en los pueblos manteño-huancavilca, chonos, tumebesinos, puneños y otros tantos a lo largo de Perú y Mesoamérica. Eran señores de los templos y oráculos, dedicados a la adoración de sus dioses. Fueron separados desde niños, ataviados como mujeres con chaquiras o cuentas de conchas brillantes y sartales de oro.

Este relato está plasmado en ‘La representación del pasado sexual de Guayaquil: historizando los enchaquirados’, un texto en el que Hugo Benavides, antropólogo de la Universidad de Fordham en Nueva York, escarba en una cultura queer ancestral. En los años 80, cuando la práctica homosexual en el Ecuador era penada con ocho años de cárcel, una investigación antropológica le condujo a un pueblo costero de la Península de Santa Elena.

Cuando uno de sus colegas se acercó a un grupo de hombres a preguntarles sus nombres, uno le respondió: ‘mi nombre es Jorge, pero mi nombre de batalla es Dolores. Sí sabes a lo que me refiero’. Su investigación fue publicada en el 2006 por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y en Engabao es casi una biblia para los enchaquirados de hoy, una especie de texto sagrado que les habla de una sociedad abierta, sepultada -en parte- por el discurso de masculinidad que dejaron los conquistadores.

Las prácticas homoeróticas de los enchaquirados gozaban de aceptación pública en sus comunidades. Para los españoles eran actos ‘abominables’, ‘nefandos’, que no debían trascender y que se desvanecieron con los años, como se desvanecieron las estatuillas que los representaban. Pero un fragmento de ese pasado reprimido vio la luz en medio de esa historia heterosexista. Y es en Engabao. Es martes y esta comuna de calles de arena parece un cementerio. Una bachata melancólica inunda el gabinete de Jhon García. Ese es su nombre de pila; su nombre de batalla es Karelis, aunque también le dicen ‘la Jhona’.

Un espejo opaco refleja sus utensilios de trabajo: dos tijeras colgadas de un tablero sobre la pared, unas peinillas carcomidas de tanto cepillar y la rasuradora a la espera de clientes. Entonces, un niño de cinco años se acerca a este monumento de piel de bronce. “Dice papá que me haga un corte de varón”, le susurra. “Ya mi amor”, le responde Jhon, con una voz suave, como de brisa. Los pedacitos de cabello empiezan a cubrir el piso.

“Aquí vivimos tranquilas, sin discriminación” y abarca toda la cabeza del niño con su enorme mano, como si atrapara un balón de índor. “Recuerdo que desde chica me gustaban los hombres, me gustaba maquillarme”.

El español Pedro Cieza de León, cronista de Indias, descubrió parte de esa génesis de los enchaquirados y su integración a una sociedad normativa. “Han sido vestidos como mujeres desde que eran niños pequeños -recoge Benavides en su relato-, y hablan como tales; y en su trato, ropas y todo lo demás ellos imitan a las mujeres. Estos hombres participan en uniones carnales (…), especialmente con los señores y otras autoridades”.

Estos seres andróginos deambulan en paz entre los engabadeños. Tienen cuerpos femeninos y camufladas huellas de masculinidad en sus rostros. Conversan con los ancianos de la comuna y sus mujeres, juegan con los niños, coquetean abiertamente con los pescadores sudorosos, en la pérgola del parque central, a espaldas del monumento a Tumbalá.

Ya no usan chaquiras, pero sí trajes con lentejuelas y brillos para las fiestas comunales. Por el día Jorge Tomalá -o Estrella- viste pantalones, camisas ceñidas y lleva el cabello recogido. “Por las noches somos trans”. Álex y Pedro fundaron la asociación Los Enchaquirados de Engabao en el 2011. Son 45 ‘muchachas’ en este pueblo donde no existe el clóset.

También son dirigentes políticos y hermanos, aunque no los únicos hijos de su padre. Don Alberto Tomalá tuvo 25 descendientes con diferentes mujeres. “A sus 80 años todavía da guerra, vive con tres mujeres. Es el cacique de hoy por estas tierras -dice Álex-; es bien machista –le interrumpe Pedro-. Al principio no nos aceptaba pero ya le da igual. Quién quita y a lo mejor también tuvo su enchaquirado”, y sueltan una carcajada.

Pedro heredó el galanteo de su padre. “Aquí los hombres tienen su enchaquirado y las mujeres no son celosas –cuenta el joven menudo-. Cuando hay una boda, y el novio tuvo una pareja gay, la gente grita: ¡viva en novio, viva la novia, viva la otra novia! Es más, el enchaquirado le organiza la fiesta, el baile”.

Pero algunos terminan con el corazón roto, como Jorge. En altamar, Jorge Tomalá conoció el amor, un pescador que hace poco lo dejó por una mujer. Denisse, como le conocen en Puerto Engabao, disfruta que el viento sacuda su cabellera ondula, larguísima, teñida con mechones rubios.

El paisaje de unas 600 lanchas varadas -muchas adornadas con imágenes de Cristo y sus discípulos pescadores-, y el ocaso en el horizonte le ayudan a olvidar. Jorge y Luis Alberto Tomalá, ‘la Lucha’, son pescadores, un oficio que por aquí no es símbolo de hombría. Cada tarde, a fuerza de brazos, lanzan al mar en la panga ‘Niño Jordy’. Embarcan siete trasmallos, un tanque de gasolina, instalan el pesado motor y navegan una hora, hasta la isla Puná, por donde navegó Tumbalá.

Unas 15 ‘chicas’ salen en faenas diarias, de hasta cinco horas. Lucero -Aníbal Tomalá-, es de la vieja guardia. Pasa los 40 años y su picardía es avasalladora. Puntual, a las 15:00, llega al Puerto para salir con Kléber García en busca de corvinas, chavelitas, camarones, langostinos… Nunca zarpa sin antes maquillarse; tampoco sin su overol impermeable, de tono rosa chillón.

“Así les gusta andar, bien exquisitas”, dice Richard, uno de los pescadores del lugar. “Trabajan todos los días menos el lunes. Ahí arman la fiesta. A mí me gusta bailar con ‘la chapeada’ porque se menea duro”, dice sin tapujos. Sabe que aquello no le resta virilidad, al menos por estas tierras.

El trato tosco de los pescadores intimida un poco a Denisse. Es menuda, de cejas delineadas, piel caoba y mirada triste. Lucha es más fuerte. Ella hace rugir el motor; ella se encarga de surcar las olas rebeldes. Su cabello castaño se enreda en las argollas de plata que ahogan sus orejas.

El sudor en su frente destella como escarcha cuando se esfuerza por levantar las redes. En el Puerto sus figuras andróginas se confunden entre los hombres de mar. Pero con el vaivén de las olas son más libres. “Son bien trabajadoras -dice Emanuel, otro pescador-; y que sean así, gays, no es problema… Eso ya viene escrito desde arriba”.

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Source: http://especiales.elcomercio.com/2014/planetaIdeas/Marzo02/identidad.php?post_id=661715424_10153955573950425

THE ENCHAQUIRADOS AND THE ANCESTRAL HOMOSEXUALITY 

 

 Diversity and ancestry of the coastal indigenous people.

In the past comes alive Engabao a homosexual harem prehispanic gods worshiped . A gay community dug into this story today to live their sexuality openly.

Tumbalá is the image of the bloodthirsty warrior, vigorous fisherman, arrogant male . The rebel chief, who defied death to the Inca Empire , dominated the Puna island and its coasts by 1400. His stone face just now prevails in the park Engabao commune as many ghost – General Villamil Playas. Here live engabadeños 5000 , descendants of the chief guardians of their heritage. Here reigns Tomalá surname in his honor.

Alex Tomalá has the coarse features of the patriarch : copper skin , prominent nose , long hair . And while it’s subtle , delicate and melodious voice walk . In her genes, perhaps retains a link in the history of homosexual prehispanic coastal cultures , which was buried under the sands of time . » Tumbalá had their wives as good chief. But their enchaquirados , gays , as we say today , hence we come . «

The enchaquirados formed a harem of young homosexual servants , religious and sexual intended tasks. They left their footprints in the Manteno- Huancavilca peoples chonos , tumebesinos , Puno and many others throughout Peru and Mesoamerica. They were masters of the temples and oracles, dedicated to the worship of their gods. They were separated from children , dressed as women with beads or shells and beads strings of bright gold.

This story is embodied in ‘ The representation of the sexual past of Guayaquil : I historicizing the enchaquirados ‘ , a text in which Hugo Benavides , an anthropologist at Fordham University in New York, an ancestral digs in queer culture. In the 80s, when homosexual practice in Ecuador was punishable by eight years in prison , an anthropological investigation led him to a coastal village of Santa Elena Peninsula .

When one of his colleagues approached a group of men to ask their names , one replied, ‘ My name is George, but my name is Dolores battle . Yes you know what I mean . ‘ His research was published in 2006 by the Latin American Faculty of Social Sciences ( FLACSO ) and Engabao is almost a bible for enchaquirados today , a kind of sacred text speaks of an open society , buried , in part, by the discourse of masculinity left by the conquerors.

Homoerotic practices enchaquirados enjoyed public acceptance in their communities. For Spaniards were ‘ abominable ‘ acts ‘ heinous ‘, that should not transcend and faded with the years, as the figurines that represented vanished. But a fragment of the past repressed saw the light in this heterosexist history. And it is in Engabao . It’s Tuesday and this community of sandy streets looks like a cemetery. A melancholy pervades the cabinet bachata Jhon Garcia. That’s his name , his name is Karelis battle , but you also say ‘ the Jhona ‘ .

An opaque mirror reflects their working tools , two scissors on a board hung on the wall, a decayed both combs razor brush and waiting for customers. Then a child of five approaches this monument bronze skin . » Dad says to do me a cut man,» he whispers . » Now my love ,» replied John, with a soft voice like a breeze. Bits of hair begin to cover the floor.

» Here we live quiet , non-discriminatory» and it covers all the child’s head with his big hand , as if to catch the ball INDOR . » I remember that girl I liked men , I liked my makeup .»

The Spanish Pedro Cieza de León, chronicler , found part of the genesis of enchaquirados and their integration into society rules . «They were dressed as women since they were little kids Benavides – picks in his narrative , and speak as such , and in his dealings , clothes and everything else they imitate women . These men engaged in carnal unions ( … ), especially with the lords and other authorities. «

These androgynous beings wander alone among engabadeños . They camouflaged female bodies and traces of masculinity in their faces. Conversing with the elders of the community and their wives, play with children , openly flirt with sweaty fishermen in the central park pergola , behind the monument to Tumbalá .

Do not wear beads, but costumes with sequins and glitter for communal feasts. By day or star – Jorge Tomalá -dress pants, tight shirts and wears her hair. » At night we are trans» . Alex and Peter founded the Association of Los enchaquirados Engabao in 2011. They are 45 ‘ girls ‘ in this town where there is no closet.

They are political leaders and brothers , though not the only children of their father. Don Alberto Tomalá had 25 offspring with different women. » At 80 still gives war , lives with three women. Is cacique today these lands – it – says Alex , it is well – macho interrupts Peter. At first we did not accept but he does not care. Who removes and perhaps also had its enchaquirado «and loose a laugh.

Pedro inherited his father’s courtship . » Here men have their enchaquirado and women are not jealous young – account often . When there is a wedding , and the groom had a gay couple , people shout :live in boyfriend, girlfriend viva , viva other bride ! Moreover, he organizes enchaquirado party , dancing . «

But some end up with a broken heart , as Jorge . At Sea , Jorge Tomalá knew love , a fisherman who recently left him for a woman. Denisse , as he is known in Puerto Engabao , enjoying the wind blow your hair curls , long, long , dyed blond locks .

The landscape of 600 – stranded many boats adorned with images of Christ and his disciples , fishermen , and the sunset on the horizon help you forget. Jorge and Luis Alberto Tomalá , ‘ Combat ‘ , are fishermen , a job that here is not a symbol of manhood. Every evening, a force of arms, throwing the sea in the panga ‘ Jordy Child ‘ . Embark seven trammel , a gasoline tank , install the heavy motor and sail an hour, until the island of Puna , where Tumbalá sailed .

A 15 ‘ girls ‘ depart on daily tasks for up to five hours. Lucero – Hannibal – Tomalá is of the old guard. Spend 40 years and their mischief is overwhelming . Punctual, at 15:00 , arrives at Port Kléber García dating looking for croakers, chavelitas , shrimps … never sails without makeup , nor without his waterproof overalls , pink jazzy tone .

«Just like walking, well exquisite ,» says Richard , one of the fishermen. «They work every day except Monday . That arm party . I like to dance with ‘ veneered ‘ because it shakes hard , «he says bluntly . Know that this does not detract from manhood , at least in these parts .

The rough treatment of fishermen Denisse a bit intimidating . She is petite, delineated eyebrows, mahogany skin and sad eyes . Fight is stronger. She makes the engine roar , she handles ride the rough waves . Her brown hair was entangled in the silver rings that choke her ears.

The sweat on his forehead flashing like frost when he endeavors to raise the nets. In Puerto his androgynous figures are confused among seamen. But with the rolling waves are freer. » They are good workers , says Emanuel , another fisherman , and are so gay , no problem … That is already written from above.»

LOS ENCHAQUIRADOS Y LA HOMOSEXUALIDAD ANCESTRAL-Siluetax-DianeRodriguez

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